La piel de tu recién nacido es extremadamente sensible. A diferencia de la piel de los adultos, la de los bebés no tiene las defensas suficientes para hacer frente a las agresiones externas.
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La piel de tu recién nacido es extremadamente sensible. A diferencia de la piel de los adultos, la de los bebés no tiene las defensas suficientes para hacer frente a las agresiones externas.